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martes, marzo 28, 2006

Amalgama (capricho para lingüistas aficionados)

Un ejemplo clásico (John invited you’ll never guess how many people to his party) que adaptamos al español:
Juan invitó no te imaginas a cuánta gente a su fiesta.
La primera explicación es, claro, que podemos hacer un sintagma nominal de cualquier cosa. Si eso funciona, ya está todo explicado, dirán algunos. En español se notan muy poco las amalgamas con otro orden de palabras (y un ligero énfasis):
Ni te imaginas (a) cuánta gente invitó Juan a su fiesta.
Lo interesante es que no podemos saber cuál es la oración principal a partir de un criterio gramatical. Supongamos que nos decidimos según el elemento que aparezca primero. Si aceptamos esto incluso en una lengua como el español, nos encontraremos con que el procesamiento dicta la gramática. Sea ésta cuál sea, la supeditamos a lo que acabamos por hacer. La estructura viene determinada por lo que se hace. ¿Dónde está entonces su autonomía? Precisamente, habría de responderse, en los principios que regulan la actuación. Lo que podemos hacer con las piezas son las reglas del juego.
Amalgamemos: ¿por qué árboles? Demos más de una raíz al conjunto: tenemos dos verbos cuyos objetos respectivos incluyen al sujeto del otro verbo. Cada raíz es una hoja o un conjunto de ramas del otro. No pasa nada. Esquejes cruzados. Fascer el aleph. Ponerle cualquier nombre. Quién le dice a quien habla que comience por un único nudo raíz. A mí no me lo advirtieron nunca. It's my party.

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