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lunes, marzo 20, 2006

Burle

En un viaje reciente a Brasil, acompañado de unos conocidos y colegas del país, sin otra cosa que hacer y tantos años después, al final de una comida que va de Roberto Carlos a Roberto Carlos, y de ahí a de Campos pasando por Britto, se mete en un jardín marxista.
Como en un juego que alterna tablero visto y tablero imaginado, el damero ofrecía texturas diversas y una salida fácil pero también el deseo oscuro de permanecer en un lugar donde las rectas son alabeadas y las curvas un camino óptimamente breve. Jardín no precisamente vertical, aunque arriscado tal vez. Sólo había que seguir la conversación. El damero y sus configuraciones diagonales de damas. En otro juego imagina diversas zonas del tablero en finales, aperturas y medios juegos simultáneos. Curvas de nivel a nivel, sitio de sitios, metasitios del go, diversas zonas del tablero en finales y, aperturas y medios juegos simultáneos, ciencia de visión, paths that lead to an overwhelming question, and the feeling we were being pioneers for a short while. Así lo resumía meses después la carta que le remitió uno de los anfitriones, pero el laberinto no está ahí para comprenderlo. O el paseante no está para comprenderlo, sino para salir de él. Conocimiento declarativo: gato por liebre. Crítica de arte. Lo que es peor, libros de Oteiza. Un cierto marxismo tridimensional y a gran escala logarítmica. Texturas en suelos y paredes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"El ritmo no es repetición, sino cuestión de relación de una forma con otra, de un espacio con otro, de una textura, de una superficie, de un color, con otros"
Roberto Burle Marx, dixit.

Anónimo dijo...

Oh, do not ask, "What is it?"
Let us go and make our visit.