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martes, mayo 02, 2006

Alabanza de la sílaba pretónica

(Jornadas, día 4)
Raúl se sienta y de cansado se levanta. Llega Manuel cansado y Rafael llega con Rafael y se sientan. La silla que dejó Raúl, ahora la ocupa Raúl. Pedro, fino estilista. El fajador será para el público Coriolano. Lo serán sus guanches bereberes, sus lenguas servidas en un banquete cesáreo. Milagros del garum.
Piernavieja, velocidad. Ni Rafael ni Alfonso hacen de Rafael. Manuel me pone sotana. Valvanera sugiere Sicilia, pero no me veo de gañán ensotanado a la puerta de la Ópera palermitana, Massimo Ranieri. Perdere l’amore. Si non è vero è ben trovato.
Como estoy en medio, me quito. La noche sigue con su prudencia pretónica. Manuel la sigue con su prudencia tónica. Conoce el cronista la ruta y se los imagina del punto A, donde les deja, al punto B. Cuántos serán los abecedarios de la noche es algo que no puede nadie decirlo. Y menos ahora a las 22:55 cuando escribo. Pedro, con la escopeta cargada, Coriolano con Kavanagh, el Liffey guarda silencio al pasar por la Aduana. No puedo pasar a verte, que la Nacional I está de obras y de la parte de Barajas vengo. Geología de Irlanda, los pálidos y asentables volcanes edimburgotarras y los canarios volcán sobre volcán: edificio volcánico, arquitectura repentina.
Mañana viene el frío para tropicales y subtropicales. Viene para todos y el frío en mayo (y en el apacible a ratos Donegal) es menor, salvo aquel año en fiestas de Santo Domingo. Lorena viene y se va. Kid Fracaso se lleva una galleta carpetovetónica. La noche explota en un amanecer de panza de burro, nube caminada por un traficante de esclavos con el labio partido. Tal vez tormenta, o aborto de yunques y cúmulos.
Shelley, Sacristán, ubi sunt?

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