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martes, mayo 02, 2006

Colonialismo año 0

La esencia de la política –y más de la política internacional- es la de simular simetrías donde sólo hay asimetrías y viceversa, aunque con tales expedientes no se pretenda tanto engañar a la otra parte como a los representados por ésta: favor que se le hace al débil.
Complementariamente, existe una retórica de borrado del sujeto una vez que éste manifiesta lo sublime de su proyecto. No es suyo, ni de un grupo: es de un país o un continente entero o, incluso, de una parte que es el todo. Es bien conocido que de esta forma se depuran los proyectos y los intereses propios de cualquier matiz que les reste la generosidad debida.
A partir de estos principios, la combinatoria retórica puede estructurarse en un álgebra que dará pocas sorpresas. Así, por ejemplo, la nación será la compañía estatal de otro estado (nada nuevo si bien, o siquiera medianamente, se mira), y para que no haya dudas se disparará por elevación. Veremos si los contenciosos internacionales de la primera los asume la segunda, nada raro cuando ellos precisamente tienen que ver con el objeto propio de ésta. Y veremos a quién se transfieren o devuelven.
Pero también es cierto que la parte débil y hasta juvenil de la alianza puede sufrir algo más que dura atrición: puede desaparecer a favor de las tensiones y en nombre de componentes ideológicos no tan adventicios: etnias, etnias explotadas y explotaciones lejanas. De estas fuerzas de marea sabemos en nuestro país, tan querencioso de la cizalladura.

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