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viernes, junio 30, 2006

Discurso Jauja

Todo lo bueno para todos. O todo lo mejor de la mejor. La desaparición de los conflictos en el paraíso del diálogo y el procedimiento, lenguas como panes y panes como lenguas.
Lo habíamos visto en las ferias, en las plazas a algunos charlatanes vergüenza de su gremio, de vez en cuando a inversionistas piramidales y sigilográficos.
Admitimos en un político esa marca del imperio de la astucia que se interna en los territorios del engaño, pero le exigimos que él no se crea sus edenes, sus ríos de leche y miel y sus pozos de petróleo. Nos complacerá que deje en las cunetas algunos cadáveres: Mira, a Arnaldo se le pone cara de Pascual (1), pero el precio es la elevación de otros indeseables, o una política de señores de la guerra a golpe de estatuto. Lo malo del Apocalipsis es que viene callado. No conviene anunciar los desastres a trompetazos, porque los mayores no se hacen notar cuando llegan, y al trompetista se le queda –o se le nota– la cara de tonto.

(1) Comenta M.C.G.

jueves, junio 29, 2006

Meditación del latinajo

Nulli est homini perpetuum bonum

Estas palabras, que deben de ser de Plauto, se las encontró el otro día a modo de lema al comienzo de un libro de autoayuda: ayúdate a ti mismo, que es griego délfico. Como si no nos conociéramos. En fin, que el libro empezaba con disculpas porque tal frase no podía ser en un lugar como ése otra cosa que una excusa.
Mal empezaba, teodicealmente hablando. Y es que si tenemos a Leibniz, ¿para qué queremos psicología basura? Con ser de los posibles el mejor, es bastante malo lo que le espera al hombre en este mundo y parte del extranjero. Así que vamos plegando velas y remojando barbas, como si nos fuera a doler menos.
Por otro lado, el adjetivo perpetuo, aparte de a “bien”, suele acompañar a otra palabra, la palabra “paz”: así tenemos la paz perpetua, que ya recordaba Kant y también abría su libro, que no de autoayuda (“ayúdate como si tu ayuda fuera la cruz roja universal”) con la noticia de que esas dos palabras rotulaban un grabado en que se representaba un cementerio, hac sunt in fossa ossa, que viene a ser lo mismo que lo del principio. Hasta que llega la excavadora y esos labios que besaba yo tanto, como se besa a un bufón, son ahora un espanto. Y tras todo esto el librito de autoayuda, todo él, no fue sino recuerdo de la muerte.

miércoles, junio 28, 2006

Amagos

Lluvia, tormenta, los meteoros del amago. Su anunciación y su presentación en el templo, pero lo cierto es que hay veces que no llegan y nos quedamos esperando a la lluvia con ojos como protegidos en cuévanos en la tormenta.
La naturaleza, de la cual se habla mucho en los colegios (“Mañana, vamos a salir a la Naturaleza”, por ejemplo), presume desde los tiempos de Giorgione de unas epifanías estupendas, tipo Júpiter, con rayos, aunque más bien lejanos, casi perdidos en el horizonte, en un magnífico gris de las nubes entre las colinas, tan eléctrico ese gris que vira al morado como el rayo o puede que más. Aunque igual la naturaleza no es eso tampoco. Mi problema no es del reconocer a Dios si se me presenta, que algunos filósofos siguen dando la matraca con el inconfeso afán y mártir de poner su nombre a una paradoja que sea una paronomasia. Mi problema es reconocer a la Naturaleza si eso que digo es un rayo o es unas gotas de lluvia sobre una rama que muestra al sol tras la lluvia sus estandartes y sus líquenes.
También es posible que Dios y Natura sean lo que se dice amagos, pero amagos absolutos, sin genitivo. El amago mismo (“Amago, y me dejaste con gemido”), en plan zen como de nada, un risueño amago (naturalmente con los muslos de Silvana Mangano en que ahora pensarían nuestros más veteranos convecinos), el amago, magst du?, formans, como si todo el universo (que tampoco lo he visto nunca) fuera un ahí nos hemos quedado sin saber qué y con ventanas a la calle.

P.S.: Un neoplatónico sirio desarrolló allá por el siglo IV la hipótesis hipotipótica de que dos son los mundos de las ideas, y totalmente inconmensurables pero ligados por una caprichosa comunicación. Uno podía ser el amago de otro, pero sería mejor considerar que lo fuera de sí mismo: "Turbado se marchó, tal vez dudoso / amagos y azucenas emanando."
Véase Erdera.

Amagos

Lluvia, tormenta, los meteoros del amago. Su anunciación y su presentación en el templo, pero lo cierto es que hay veces que no llegan y nos quedamos esperando a la lluvia con ojos como protegidos en cuévanos en la tormenta.
La naturaleza, de la cual se habla mucho en los colegios (“Mañana, vamos a salir a la Naturaleza”, por ejemplo), presume desde los tiempos de Giorgione de unas epifanías estupendas, tipo Júpiter, con rayos, aunque más bien lejanos, casi perdidos en el horizonte, en un magnífico gris de las nubes entre las colinas, tan eléctrico ese gris que vira al morado como el rayo o puede que más. Aunque igual la naturaleza no es eso tampoco. Mi problema no es del reconocer a Dios si se me presenta, que algunos filósofos siguen dando la matraca con el inconfeso afán y mártir de poner su nombre a una paradoja que sea una paronomasia. Mi problema es reconocer a la Naturaleza si eso que digo es un rayo o es unas gotas de lluvia sobre una rama que muestra al sol tras la lluvia sus estandartes y sus líquenes.
También es posible que Dios y Natura sean lo que se dice amagos, pero amagos absolutos, sin genitivo. El amago mismo (“Amago, y me dejaste con gemido”), en plan zen como de nada, un risueño amago (naturalmente con los muslos de Silvana Mangano en que ahora pensarían nuestros más veteranos convecinos), el amago, magst du?, formans, como si todo el universo (que tampoco lo he visto nunca) fuera un ahí nos hemos quedado sin saber qué y con ventanas a la calle.

P.S.: Un neoplatónico sirio desarrolló allá por el siglo IV la hipótesis hipotipótica de que dos son los mundos de las ideas, y totalmente inconmensurables pero ligados por una caprichosa comunicación. Uno podía ser el amago de otro, pero sería mejor considerar que lo fuera de sí mismo: "Turbado se marchó, tal vez dudoso / amagos y azucenas emanando."
Véase Erdera.

martes, junio 27, 2006

Progressus

Hemos vuelto sobre nuestros pasos pues sólo podemos bañarnos en el mismo río de toda la vida. Debilidad. Nuestra decadencia empezó con el volver, allá por el Ordovícico, más o menos. Sin embargo, volver es acción de muchas presuposiciones. Imaginemos un volver minkowskiano e imposible. Ya habríamos vuelto. Por cierto, una caminata inhabitual es también un hachazo en la cuadrícula cotidiana de calles y horarios. Pero ya decimos que las cuadrículas se cierran como en una regeneración anfibia y nada queda de la ruptura. Ninguna memoria quedará.

Caminata

O el compás simétrico o un aperiódico apoyo. En la bicicleta un rodar redondo o todo lo contrario, que se dice y pedalea de muchas maneras. Ni más, ni menos, una pierna y la otra. O al revés. Todo es cuestión de que acabamos volviendo y no deberíamos. Debería ser echar a caminar y no volver. Siempre el mismo rumbo, salvo si existe riesgo loxodrómico de volver sobre nuestros pasos.

lunes, junio 26, 2006

Memoria

Recuerda sus primeros cinco minutos ante un televisor en color. Recuerda el comercio, todavía existente en su decadencia irremisible -sus jóvenes propietarios y gestores entonces-, y vagamente la tarde nublada, aunque el lector comprenderá que esto o la lluvia que entreve es, con toda probabilidad, fruto de la necesidad antibayesiana de concreción que la memoria padece. Era el República Federal de Alemania contra Polonia del Mundial de 1974. El mejor equipo del campeonato detenido por las botas que marchaban bien sobre el barro.
Los ciclos: el deporte es el año agrícola de nuestra época. Las crecidas del Nilo y de los demás ríos en una periodicidad que nos hace pensar en una resurrección tan falsa como la muerte de la derrota deportiva. Sabemos que todo volverá, ergo, que todo ha vuelto ya, pero no lo recordamos: ¿Cómo podríamos? Claro, él no es el mismo en un sentido trivial, y de las cosas que le quedan, queda el viejo establecimiento comercial, adelantado del mercado un día, heraldo de los artilugios más promisorios, ahora reliquia que a gritos nos pide un discurso y una melancolía un poco ñoña.
Entonces, el establecimiento hubo de detenerse para que todo, o casi todo, lo demás le adelantase y le dejase muy atrás. También, en consecuencia, él es un pivote o un médium que reúne dos días mutuamente lejanos en un recuerdo condenado a la desaparición, una caña o un junco que recuerda. Falsamente, pero esta falsedad también se borrará.

domingo, junio 25, 2006

Poema dominical

MEDITACIÓN DEL ONCÓLOGO

Voces de juventud de aquellos camaradas
Que se repartieron por el mundo
Con el adiós a años tan dulces
Me vuelven y siempre sé para qué vuelven.

Cuando su voz erige la alegría
Un sí es o no es fingida
O al menos subrayada
Al otro lado del teléfono
Más alta y más dichosa,
Yo sé esperar el quiebro
Acaso la sutil inflexión
Hasta la disculpa.

Yo también oí mi voz
Yo sentí también un día
Que oiría pronto mi voz
Como si viniera
De mi juventud regresada
Sorprendida inocente voz
Palabras que tanto he escuchado
Que tanto he imaginado.

Que ahora sean consuelo para el camarada
Espejo y respuesta
Para el conocido, para el olvidado.

El cuerpo era esto

El puritanismo es una plaza donde desembocan muchas avenidas de apariencia ancha y descansada; no se llega exclusivamente por la virtud, o por las virtudes aparentes, a esa hoguera helada de las vanidades candentes.
A nosotros nos llegará el puritanismo por el bulevar de la consabida crítica de los tabúes, del mito del sexo libre y consentido, y de las otras zarandajas que hemos conocido. El valor contradictorio del cuerpo es un subrayado de un viejo dicho: noli me tangere.
Los delitos sexuales deben ser grandes, para que los delincuentes lleven grandes penas (o, en su defecto, notabilísimos epítetos y otros reportajes periodísticos), para que las víctimas sean muy víctimas; para que algunos gremios medren. Pero nótese que el riesgo es que no se repriman tanto las conductas delictivas –y así desaparezcan, lo cual es una utopía anantropológica– como las conductas que no sean capaces de separar el sexo de todo lo demás. El mensaje es: sexo todo, pero fuera de la vida. Sólo en el parque temático señalado.

sábado, junio 24, 2006

Soneto

Soneto a un cierto post


Manuel, Alfonso, José, y también todos,
Javier, Ignacio, saetas no somos
Que vuelen dando al tiempo su sentido
O sigan obedientes su dictado.

Manuel, es la mecánica celeste
dulce o versallesca, violenta o fluida,
Soñada por un bardo, un brujo o un druida
Que eterno viaja insomne hacia el oeste.

Javier, somos planetas que ignoramos
El vacío tremendo, ciego, absurdo
Alrededor del cual mansos giramos.

José, tú mismo, o quien no acude, el mundo
Mundo, tan bien compuesto, que pensamos
Es barcos en la noche y con mal rumbo.

Contaminación por las palabras

No importa el nombre que se da a las cosas, algunos dicen. O quizá ese nombre nos revela en qué se está pensando. O lo que es peor, ¿puede acaso el nombre, si no determinar el curso de lo nombrado, contribuir a una peor inteligencia de lo que se tiene entre manos y con resultados perversos?
O lo sabemos todos todo y preferimos el eufemismo. O acaso queremos amansar a un enemigo al que llamamos como llamamos a nuestros amigos.
Pero las mentiras sobre las que se asientan las naciones, aun si necesarias, como algunos se atreven a declarar, han de soportar su purga, pues no otra es la sentencia del tiempo. Esa purga nos aporta quizá relatos más exactos en su particularidad, pero más probablemente enhebrados en otra mentira novedosa.
Y si eso es así, es que esas mentiras no se enfrentan a una verdad, que si no memoria, razón le acabará por faltar –eso habremos cambiado –. Y si la historia es esta sucesión de mentiras necesarias que pierden funcionalidad al cabo, algunas historias, por lo triste, están hechas de mentiras particularmente torpes y sólo útiles para algunos y para propósitos inconfesables, por más que bien sabidos. Sólo esperemos que delante tengan un escepticismo que no carezca de alguna buena voluntad.

Juan Schneider Valderrama, Los años oscuros y sin patria y otras prosas gnómicas, gnomónicas y vergonzosas, Aljibe Ediciones, Madrid, 1986

viernes, junio 23, 2006

Temporada de baños

Conoció las piscinas hexagonales, de varios hexágonos, hace unos veinticinco años, preludio de otras geometrías. Entre el rectángulo y el riñón, trazaba diagonales o apotemas, diámetros o dobles apotemas, pero no había secado los rectángulos habituales en una diagonal límpida, de bañista libre que recorre las instalaciones y desprecia las calles de los nadadores metódicos o los anchos del prudente o del perezoso.
Las aguas azules se parten y el nadador se quiere un cuchillo o un moisés, pero la superficie es un espejo del cielo y el cielo es un espejo de sus brazadas o de su respiración. El nadador nada al sol y piensa en nadar bajo un día de nublado o en una tarde que aguarda a una tormenta. El nadador nada entre pensamientos de periódica obsesión. Se estira para tocar la pared y piensa que debe mejorar su técnica. Bajo el agua viven otras imaginaciones y algunas memorias, reinos que mejor que nos expulsen o leyendas que acaban en la orilla. El agua sobre la piel es un intermedio térmico. La luz de la tarde se modula como con un mando a distancia. La hierba es otro reino sembrado de tontas fantasías, de sus ruinas, de tiempos que mejor no recobrarlos.
Ahora el nadador se siente llamado a proponer la alegoría, pero las alegorías no son fáciles para hombres en calzoncillos y descalzos. Vagamente se sugiere un gobernante, un imprudente fabricado de pura inconsciencia o, como en Cheever, un hombre que no sabe donde está: todos nosotros, al menos con el tiempo.

jueves, junio 22, 2006

Semántica y memoria

No son disciplinas de la compresión. No reducen. Del azar máximo –o no tanto– pasamos a los vínculos que forman partes mayores o relacionan unas partes con otras. Los vínculos a su vez se van vinculando entre sí. Y puede decirse que nos acordamos bien de todo eso, pero mal de las cifras de aspecto más aleatorio de un número de teléfono, quizá sólo cuatro de nueve (1). Pero el relato que hemos formado con vínculo a vínculo para dar cuenta de la sentencia aleatoria ocupa sin duda más bits.
Hay individuos que se levantan algunos días y descubren en los premios de la lotería una historia secreta pero razonada. En las tardes de esos mismos días, las historias de los hombres les parecen completamente indistinguible del azar salvo por un añadido no tan homeopático de absurdo o de ironía cruel.
Probablemente, lo que hacemos es reducir la complejidad relativa o condicional con respecto a todo nuestro conocimiento previo (1). Plantéeselo el lector con entropías de Shannon si le resulta más intuitivo. Aunque…

(1) Teléfono de tal provincia, de tal comarca... pero se reduce la complejidad porque conocemos algo del sistema.

miércoles, junio 21, 2006

Preternurtural

La barba de dos o tres días y bebe un vino rosado que desde el fondo del establecimiento aparece gris: el lector sabe que los colores son luz y sombra y son como son al través del resol que entra por la puerta. A cada sorbo deposita la copa de estimables y, lo que es peor, enoculturales dimensiones sobre la barra y se restriega la boca con una servilleta de las que forman una pequeña pila justo a su izquierda. La barba de esos dos o tres días, gris o blanca, deshace la servilleta que se le va acumulando como un tegumento descolorido sobre el fondo, podemos suponer, de rosada piel. Al otro lado, a su derecha, los restos arrugados forman un estimable rebañito de ovejas blancas que acabarán apriscadas en el cenicero.
El discurso interno, la fábula o el drama de gran estilo sometidos a unos dientes apretados y a un ceño cavilante, es ocupación del bebedor, pero ocupación que se asoma a sombras de palabras que sus labios musitan entre paño y paño, o tal vez tras cierto número de sorbos. La mira concentrada en algún lugar de los vagos estantes de licores, en el espejo posterior, en su rostro hirsuto interrumpido por las opacas botellas y los opacos líquidos. Se trata de una historia sin sonido, de perdida furia, contada por un hombre como todos que con la furia perdió su público, entonces fiel.
La tarde ha comenzado hace tiempo, pero esa tarde como todas data de hace mucho años, de tiempos que fueron mejores, de juventud y del vino fresco y barato del verano en las tabernas. Es cuestión de seguir mientras la tarde siga, en su versión de verano o en su restricción de invierno, con sus licores y con los líquidos inertes de entretiempo. Epifanía preternurtural de gestos que reaparecen en el maelstrom de su soliloquio, brotes de antiguas hazañas que asoman por un instante y hacen mutis sólo por desdén al soldado tan glorioso que las convoca.
Tal vez está llamado a elaborar una teoría sobre cómo aprendemos lo que creemos saber, una melodía en que el contrapunto nos recuerda el sí y el no de que están hechos cada uno de nuestros pasos en los espejos de la tarde, o tal vez se propone a sí mismo como arquetipo del bebedor aburrido, que perdió a sus compadres esa misma tarde de verano, pero hace ya unos cuantos años, o en una tarde de cruel y desorientado abril, o tal vez se postula como la idea que nos muestra las pálidas sombras que somos, las infantiles imágenes que corean su libaciones de bar en bar.

For everybody's eyes only

Les debemos hacer llegar -y ello debido a la consideración que nos merecen V.M.- una breve consideración acerca del hecho de que la pluriidentidad en los órganos administrativos puede llevar a una lamentable igualación. Así es posible que nos dejemos de ser los responsables de este ministerio y de otras cosas más que también lo somos. O que sin dejarlo, otros lo sean. En cualquier caso, no queremos dar una inadecuada impresión de cerrazón; no somos refractarios a las propuestas novedosas.
En cambio, miramos con simpatía su propuesta sobre el sistema procesal y penal, en la que vamos a poner a trabajar a un grupo, entre otras cosas, de expertos.
Sólo nos preocupa (pero al tiempo que tal vez nos alegre, nos enfade, nos entristezca, o nos deje indiferentes) que esta propuesta se mute y acabe siendo la anterior, o una tercera. O que cambie de un día para otro. O que cambiemos nosotros. Sepan que contamos con su colaboración y con las de las oficinas de los censos para elaborar los diseños más ajustados de la nueva administración de justicia, o de lo que sea.
Permítannos no firmar este escrito: Pro captu lectoris, habent sua fata libelli (esto es de cuando los lectores no cambiaban mucho de un día para otro, o eso parecía).

martes, junio 20, 2006

Scapegoat Report

Una vez más desde esta Fiscalía nos atrevemos a dirigir a V.E. un informe sobre un asunto que, como es conocido, no deja de causar honda preocupación en los más variados niveles. Como V.E. no ignora, se ha registrado un fuerte incremento de los cambios de identidad ilícitos, esto es, aquéllos que sobrepasan lo previsto en las regulaciones actuales en relación con las agregaciones corpóreas (individuos en la terminología anterior).
Es el caso que un elevado número de estas agregaciones o individuaciones aprovechan no sólo la posibilidad tecnológica y legítima de utilizar a su voluntad ("su" de ellos, deberíamos decir) cualesquiera de sus identidades, sino que lelvan acabo transformaciones o mutaciones no adecuadas, lo cual constituye un abuso del derecho concedido a las individuaciones pluriidentitarias.
Este delito adopta diversas formas de la cual la más frecuente es la de combinar y simultanear dos cambios de identidad que son lícitos por separado. Así, por ejemplo, los registradores automáticos centrales dieron cuenta, hace sólo veinticuatro horas UTM(n), de que la referencia corpórea cuyo ID se adjunta en el apéndice B efectuó un cambio de identidad que debe considerarse como prohibido, pues si bien realizó un cambio sustancial permitido que afectó al 52% de su masa corpórea, lo hizo seguir de un cambio de identidad estructural incompatible con el primero, al conmutar dieciocho parámetros básicos de carácter genético y epigenético.
Desde esta fiscalía hemos de observar el grave problema que supone esta situación porque nada asegura, desde el punto de vista de lo que puede llamarse Derecho clásico, que la pena recaiga sobre la identidad responsable, y ni siquiera sobre una agregación idéntica sustancialmente a la de esa identidad responsable.
Ahora bien, por este mismo, nos congratulamos también al señalar y sugerir que, dada esta situación, podría instaurarse un nuevo sistema de penas –totalmente compatible con las leyes penales vigentes– que se basase en el principio de la aleatoriedad en la elección del penado. Esto facilitaría en gran medida los costes procesales (que tenderían a cero) e incluso, este servicio podría hacer uso con provecho de la experiencia acumulada por la Administración de Loterías, todo ello al efecto de mantener una estadística de reos y penados que se mantenga o crezca al ritmo que se considere más adecuado.
Esta Fiscalía estaría dispuesta incluso a adoptar la identidad de la Administración de Loterías, pues no deja de ser un contrasentido que puede atentar incluso contra nuestra ordenación constitucional que los órganos colegiados del Estado no puedan, dentro de los límites señalados por la ley, mutar su identidad a conveniencia de sus integrantes y siempre para el bien común.

lunes, junio 19, 2006

American Sway

Era una mañana aun fresca pero que anunciaba las futuras, tal vez excesivas, glorias del día; el verano llamaba a las puertas y en el aire se podía adivinar alguna amenaza, algún vaticinio de tormenta o de incendio, pero él no pensó en nada de esto. Cuando bajó del coche que le había conducido hasta aquel extremo de la alameda, no era plenamente consciente tampoco –deberíamos decir– de que años atrás, apenas a 200 yardas de ese lugar donde le dejaba un cochero que no se había dignado al menor intercambio de palabras con su pasajero, había dado con un secreto pleno, había hecho un descubrimiento sobre el que había pivotado su vida y también, hasta cierto punto, su olvido. Por algún pliegue de su memoria o por algún corredor de su consciencia debía de hallarse registrada la verdad, la constancia del hecho, de que en los últimos diecisiete años nunca había estado tan cerca de la casa –no era cuestión de llamarla mansión– de los X.
A otra narración puede corresponderle añadir que ese tiempo transcurrido había asistido a su triunfo como artista, que su carrera era brillante y única, aunque no vulgar, merecedora de la elegante fama que se reduce a los círculos que saben aunar refinamiento y una hacienda que se remonta a la colonia. O quizá a otra narración, que nada de esto había sido así, pero que Rodrigo no había perdido la frescura de sus esperanzas, o una mirada despejada y dispuesta al optimismo.
En esta narración, que sólo debe responder ante la verdad de la historia y sólo de ella, nos hemos de limitar al triste aviso de que nuestro héroe se ganaba la vida en el único oficio que nunca pensó que le podría corresponder, el de llevar los libros –aunque era sólo uno más entre la cohorte de contables de categorías y jerarquías diversas– de una compañía de establecimientos dedicados a la venta de tejidos, firma comercial fundada un par de generaciones atrás con más oscuridad que brillo, pero que en los últimos tiempos se había extendido por las ciudades más importantes del estado, e incluso había llegado a la gran metrópoli más al Sur.
Sin embargo, Rodrigo podía esperar que algo más podría corresponderle porque si había tomado el coche de caballos en el mismo patio de la estación de ferrocarril, temprano aquella mañana tras varias horas de tren nocturno, y ahora se encaminaba a la mansión –ahora sí, a la mansión– de los Van Springel, era porque su inmediato superior le había encomendado un trabajo que exigía alguna delicadeza, una buena dosis de diligencia y que era prueba de no poca confianza.

domingo, junio 18, 2006

El mundo al día

Nunca tomamos un café en El mundo al día. Ni un café ni una cerveza, pero debemos elogiar el lema: el mundo al día y cambiando siempre, celoso de nuevos problemas y retos.
En cambio, no elogiaremos el mundo sin problema, que es un deseo absurdo, pero tan engañoso. ¿Qué puede ser una institución sin problemas, el cielo de Fukuyama o el comienzo de la historia humana, sino una nostalgia del hastío o la sublimación de una fatiga culpable?
La batalla es el emblema de lo humano y de la única dignidad que puede aplastar los reclamos pueriles del espejismo que se da en llamar felicidad y que nos suele engañar de cualquier modo. Esta tarde nos está negando la dulzura de la tormenta y nos impone la tregua de nuestro bochorno. La escritura y su taumaturgia coinciden con la llegada de la lluvia, aunque el agua suena sospechosamente pasajera, pero no teclearé como una paloma supersticiosa. Que se fortalezca, que arrecie como el cierzo que cubre las sierras azules desde mi ventana.
Aunque, claro, hay ratos en que preferimos que nos dejen en paz, o sea, que nos dejen elegir la batalla de esa tarde.

sábado, junio 17, 2006

De propaganda littera

Aunque estamos a días de la publicación oficial, invitamos a nuestros lectores a pasar la vista por los primeros pliegos, todavía con olor a tinta virtual, de la revista Tarjeta de visita.
No todos los enlaces funcionan aún, o sea que nadie se asuste.
Invitamos también a los más audaces a colaborar en la misma. Audaces musque calamusque iuvant.

Asalto esférico al canon occidental

No se acaba de definir un asalto en toda regla al canon occidental, quizá porque en este canon, junto al occidente propiamente dicho ­-Alemania, Italia, Francia, Inglaterra-, ocupan posiciones privilegiadas Argentina y Brasil.
Por eso un Haroldillo Bloom puede plantear un “Nosotros” futbolístico que seguimos siendo nosotros. Sin embargo, es posible que no podamos reconstruir la historia de Occidente en todos sus detalles, pero sí la del fútbol, cuando las jerarquías eran otras. Antes de que Benito y Paco acabaran con la Selección española, cuando Uruguay parecía un Homero charrúa con su correspondiente mancha innata, cuando la mecánica era tan poco naranja como el Duque de Alba.
Si no recordamos mal, Edson Arantes do Nascimento en una película fue futbolista de Trinidad, ¿o era de Montserrat, o era de Santa Lucía?, ¿Tendremos un Homero caribeño?:

Kicked (our naked feet), Adidas no needed, I have my toes,
I sang our wide round balls, so dinamical
Gently thrown the free kicks, and one t-shirt alone.

En cualquier caso, no se culmina la revuelta de los atletas colectivos del Sur. Aporta el Norte el espíritu de cuerpo, la falange, el arma secreta de la disciplina. Cetshwayo sería un contraejemplo, que dijo el sabio Sisebuto. Ahí tienen terreno los teóricos de la Selección española y su metafísica, la ocasión para convertirse en spenglerillos de tren de cremallera o de tren fantasma.

viernes, junio 16, 2006

Saber y ganar

Añoramos la época de los grandes concursantes, aquéllos que contestaban correctamente preguntas para las que nadie, ni ellos, tenían respuesta: como un rayo, por su cerebro volvía a pasar la página apenas entrevista veinticinco años atrás. No me preguntes por qué, ni de dónde vengo, ni a qué piscina iba en mi atribulada juventud. Bien podría excusarse el concursante. con la fórmula recibida: "mi cerebro y yo somos así, señora".
Sabían lo que no sabían o no sabían lo que sabían, que de ambas formas puede y debe decirse. Pequeños milagros de la polimatía televisiva, que no excluía una arquitectura intelectual más robusta. Pero detengámonos en la polimatía, en ese Woodstock de la memoria donde en una inmensa pradera, donde en un valle de Josafat, todo está en su sitio porque cada cosa es su sitio.
La polimatía puede sospecharse plana, pero una apología no le vendría mal; la polimatía es también una cura de humildad para el filósofo, porque no se las tiene que ver con un calculador ultrarrápido sino con alguien que, por azar tal vez, nos descubre las cañerías secretas de los famosos edificios. Esto desayunaba Hegel o aquel número de zapato era el del Dr. Johnson. Y por cierto, la polimatía es la lexicografía del universo, que decía Stavros Kietos. ¿O era Thomas Browne? Sería incapaz de contestar a esta pregunta.

jueves, junio 15, 2006

American Way

Las cuatro hermanas se movían entre la heterogeneidad o la amena variedad de un ramillete y un innegable tronco común, tal vez resultado de la unión o del injerto de una vieja estirpe, la de la familia paterna, los X, con la de su madre, descendiente de los Z., quienes desde luego se contaban entre los primeros pobladores de esa parte de la ribera del ___. Para Rodrigo, había sido una evidencia desde el primer día en que, desde la veranda, pudo verlas en grupo, no sabría decir si hacendosas o entretenidas en algún juego intrascendente, quizá sospechoso de tan inocente o anacrónico, en el jardín.
Fue una intuición con la breve intensidad de una brisa lo que había sentido entonces, de tan ligera, y que sentiría después con la fuerza de una roca oscilante, inevitablemente cada día o como corolario de cada pensamiento en que alguna de ellas o algo que, por las caprichosas leyes de la asociación, se relacionase con ellas apareciese.
Y también fue al principio una brisa o una sombra otra obsesión que se fue apoderando de su fantasía, que era la de un joven ocioso con pretensiones literarias, la obsesión de que tenía que elegir entre las hermanas, quienes, por otra parte, respetaban el territorio de cada una. No se daba cuenta de que él era una propiedad para la que ya se había firmado un tratado de no agresión y hecho valer, si no una escritura de propiedad, al menos una opción seria y reconocida.
Por eso, no debemos insistir en los pensamientos que le acompañaban cuando cruzaba, por la portezuela adornada con una guirnalda que resistía misteriosamente desde hacia meses, la valla de la casa de los X. por la que sería última vez. Y última porque la vergonzante salida fue por la puerta trasera, la primera que le salió al paso cuando quiso alejarse del secreto, que nunca verdaderamente podría llegar a creer enteramente, del secreto que descubrió en aquella, como decimos, última visita más bien intempestiva y destinada a la catástrofe.
Una oscura aprensión no le fue ajena al encontrar la puerta abierta y no le dio tregua por el corredor que desembocaba en el salón del mediodía. Allí desde el vértice de la L del pasillo no necesitó más que un instante de clarividencia para apercibirse de todo. No necesitó más de dos palabras o dos exclamaciones para hacer notar su presencia, que fue recibida, si apenas notada, con una indiferencia que ya no podía dolerle.

miércoles, junio 14, 2006

El fútbol

Que el fútbol no es nada, que lo es todo, se prueba de muchas maneras: remitimos al lector a un tratamiento somero del asunto. O a la consideración de las retóricas del comentarista deportivo.
Por lo que hace a las pruebas aludidas, piénsese en que el fútbol no aporta tanto fraseología a nuestra lengua, como recibe cualquier fraseología y cualquier metáfora y la hace suya: si puede hacerlo es porque no es nada.
Otro aspecto interesante es el de la estabilidad de las reglas, mucho mayor que en otros deportes que se podrían considerar similares. El reglamento del fútbol es un pozo de potencial muy profundo y muy estable, del que es difícil alejarse. De hecho, los cambios últimos más significativos afectan a lo que puede hacer el portero, no a la regla del fuera de juego, que es la columna vertebral de todo el invento. Pero el portero es el raro del negocio, como es sabido, el joker o el loco, y no el trágico, figura reservada a los extremos: Best, Garrincha.
En cualquier caso, que los free kicks sigan siendo friquis y no freakies es algo en lo que no podemos depositar demasiadas esperanzas, efecto Magnus aparte.

martes, junio 13, 2006

Cosmonautas

Los cosmonautas con sus salidas y llegadas al cosmódromo, estampadas ambas de viriles besos. Los cosmonautas con sus caras uraloaltaicas y sus paseos por la estepa exterior, impulsados por el mágico propergol de los prestigios comunistas y sus trigales de atrezzo. Los risueños cosmonautas de patria catalana, ahora con rostros uraloaltaicos y layetanos con algunos rictus del samoyedo y sus signos secretos, signos ahora convertidos en basura del espacio radioeléctrico para su mayor regocijo de artistas fabuladores. De fabuladores que utilizan los formatos y los géneros con la señal “esto es falso” progresivamente administrada o para perspicaces.
Los otros, los fabuladores encelados utilizan los formatos y los géneros sin ninguna de tales etiquetas. Sorprendentemente no abundan los perspicaces; o mejor, abundan los escasamente perspicaces. Creo recordar que Roberta Bosco lo explicó por aquel entonces. El espacio exterior y unos ataques que mostraban cómo la fotografía contribuía a la ficción que quiere pasar por historia, o algo así. Pero admiremos también a los burlados, quizá a sabiendas, pero capaces de alabar la nada si los nihilistas y otros misticoides la bendicen: son la máquina choricera perfecta, el perpetuum mobile de la revelación y del secreto; mas notemos que sus deposiciones, ahora semanales en las noches de la televisión cuatro, se pueden prolongar ad infinitum, y pueden porque no aportan ninguna información, quizá tan sólo masajeen el hemisferio de los aficionados: todos los misterios, el misterio, indistinción. O pueden también, según apunta Mari Cruz Gutiérrez, porque el fotografo Fontcuberta ha pasado a ser un man in black procesable por la máquina de los chorizos. O nos pueden contar que era broma y que sólo tocaban con ala de golondrina una supuesta sed de misterio.Ese es el truco: ser iniciados por nada a la única gran verdad.

lunes, junio 12, 2006

Monegros

Alguna chova ha de bajar de los Pirineos presume el hombre que acaba de pagar el combustible. Recoge con cuidado todos los papeles. En uno ha apuntado el dinero y la fecha. Algunos motores bajan con los años. O se hacen caprichosos.
El hombre quiere repetir, pero ahora dispara con mayor alegría: las aves, dice, las aves,… es fácil verlas desde el coche, pero no conviene distraerse. El ornitólogo prosigue y le dejamos, literatos inconstantes.
Pero los pájaros no quieren dibujarse contra el cielo; buscarán el pardo de las lomas. O la vertical de los automóviles, tal vez. Miramos al norte, pero ninguna chova asoma su pico colorido. ¿Qué coche llevaría el ornitólogo incesante? Teorías. ¿Lo conocemos? ¿Lleva nuestro mismo destino? Las hipótesis obran con un vigor recalentado por la tarde de junio. El caso es que no me era desconocido puede alguno de nosotros dejar caer, para que todos nosotros comencemos a pensar en un jabalí polka dot bikini. O en Brian Hyland en el paso de la paloma. La nacional dos aparece para invitarnos a una caravana de camiones y la chova sin aparecer. O no la hemos visto. O de pronto una patrulla águila de chovas en formación. Naturalmente, no. El Ebro es una línea delgada que las chovas ignoran. Nadie dice, por ejemplo, “olvidamos tal cosa. Hay que volver”. Así que no volvemos. Nuestra esperanza se evapora. Hubimos la chova diestra.

domingo, junio 11, 2006

Besos en los ojos, besos jorismáticos

El manifiesto promocionado por la UCE da ejemplo de la inteligencia doble de valer para cualquier resultado del referéndum catalán y de remitir la unidad a una materia más honda que la puñetera ley y los puñeteros reglamentos: “sigui quin sigui el resultat del Referéndum, el més important és que la unitat entre els catalans i amb la resta del ciutadans espanyols en surti encara més enfurtida.” No entre catalanes y el resto de (éste es, oh, dilecto lector, el más chungo de los cuantificadores) (los) españoles, sino también entre los catalanes; no que no se debilite, sino que aun se fortalezca más.
Los manifiestos suscribibles por todos y que luego tantos no suscriben prueban la naturaleza de la acción humana y el modo en que se articulan los intereses de unos y otros grupos. Como es el caso que no todos firman un manifiesto redactado con el cuidado o con la astucia suficientes como para recoger afirmaciones de las que difícilmente alguien puede desmarcarse, corremos el riesgo de acabar con un ataque de melancolía y sus inundaciones.
Notemos de paso que el manifiesto, que su título (“¡Ante todo, unidad!”) nos lanza a la cara un berroqueño teorema ontológico: algo tendrá el ente cuando su unidad permanece. Si lo que parece la esencia cambia, pero la unidad permanece, material, sustancial, sin dispersión de los componentes, es que hemos dado con algo más que sólido, cuyo tiempo comienza a ser geológico, que es capaz de resistir porque no se debe a ninguna homilía sobre la esencia. Así estamos, que para leer cosas sensatas, hay que leer los manifiestos de la UCE.

sábado, junio 10, 2006

Moto

Las motos acuáticas agregan los misterios de la sentina y una evidencia que quizá convenga repetir: hay aficiones que giran en torno a los preparativos, a la puesta a punto, al bruñido, al almacenaje y transporte. Algo de competición y un extenso prólogo de movimientos que al profano, al profano poco aficionado a esas rutinas, le resultan tan incomprensibles que tiende a pensar más bien en un ceremonial que en una necesidad técnica.
¿Verdaderamente algunos mortales son refractarios a la preparación, al acondicionamiento, a la necesidad de los cuidados que han de preceder a la culminación? ¿Aquí te pillo, aquí te mato, o todo el mundo tiene su propio reino donde goza del ceremonial exacto de la preparación redundante o indispensable?
Por si acaso, podemos sospechar que alguna clase de humanos se pasa la vida preparando la propia vida, la cual –como se sabe- va en serio, lo que no es poca broma. Se trataría de la clase de más arduos preparadores y puestaapuntistas, una secta que deja en nada a los moteros y sus partidos de cricket desde el alba: aprieto un tornillo y me paro a conversar, lo suelto, doy una vuelta, considero. El arte de vivir, que desde el paleolítico fue tan moderno y tan sospechoso, una afición que tuvo sus poetas, “cuando vayas a emprender el viaje…”, quito, pongo una coma, abro otra ventana, el blog está gripado. Hay que volver a empezar, pero despacio, como si nada. La vida ni está, ni se la espera.

P.S.: Simétricamente, se han de cumplimentar las sigilosas y crepusculares tareas de la recogida. En nuestro paso al límite, novísimos, o melancólicos otoños donde nada se reencuentra.

viernes, junio 09, 2006

Earth, wind, fire, the plumber, his wife, etc.

Las enumeraciones son una aproximación sospechosa a las cosas que estudiamos: son una morfología secreta, una taxonomía clandestina, que se apodera del tierno mnemotécnico con la sabiduría parasitaria de un pasajero octavo.
La de la enumeración es taxonomía, además, con vecindades sugeridas, donde cuentan tanto la distancia o cercanía como todo lo que hemos aprendido antes de la enumeración o más que lo que aprenderemos después.
El título es género proclive a las enumeraciones, unas enumeraciones que son la anunciación de inauditas e inimaginadas aventuras. La fundación ab ovo de nuevas contigüidades que no podemos entender como fruto del azar, o de esa apariencia del azar que llamamos capricho.
Y así nuestros días son enumeraciones que yuxtaponen la repetición fidelísima de nuestras pautas invisibles y los saltos que la naturaleza dicen que no hace y que a veces son al vacío. El tiempo, esa enumeración. Las enumeraciones que se extienden a los lados; las enumeraciones cúbicas, las enumeraciones que de lejos parecen como anáforas.

jueves, junio 08, 2006

Bochorno frío

No exactamente, pero los viandantes coinciden en lo destemplado de algunas esquinas y aceras a la sombra. Un viento que no se sabe de donde viene o que viene de todos los sitios. Un cambio inaudito que todavía no ha adoptado la forma de promesa o la de amenza. Por consecuencia, los interiores adquieren un valor que el calendario ya les había arrebatado. La mañana es un sifón de aire y alguna sirena que parece desconcertar, que viene de todas partes en un collage de retrovisores y parabrisas.
Murmuran las escasas figuras de la media mañana, o se cruzan silenciosas. Es un tiempo de merodeadores impacientes pero benéficos. Bajo nuestros pies, ofendidos acuíferos son las leyes de la física. Las nubes altas, caprichosas. Nuncios. Vendrá la lluvia y te calará los huesos. Nos tiene calados. Viejas damas visitan.

miércoles, junio 07, 2006

El libro de harina

El libro de harina es la versión en pdf del libro de arena de Borges. Gran problema: Cómo acotar su infinitud innumerable en un archivo de ceros y de unos que ha de ser finito. La misma pregunta podría hacerse de un libro de peso finito. Nos vemos autorizados a limitarnos a una contestación fenomenológica. Naturalmente, conocemos nuestro disco duro y no podemos fiar a su discreta memoria la harina del libro. El libro de harina se ha de consultar on line, pero la apertura de una de sus páginas es tan aleatoria como cualquier otro paseo por internet. No podemos asegurarnos una secuencia de páginas y el enlace con la marca NEXT es puro engaño.
Dado que el libro es infinito, lo han de ser también las direcciones de memoria donde se contienen sus datos inauditos. Podemos así concluir que el servidor del libro de harina es de una peculiar condición: Básicamente, o que sus direcciones de memoria son de capacidad infinita y son infinitas; o que las direcciones mismas no son numerables.
Mi experiencia personal con el libro de harina es insuficiente comparada con el libro. Nuestra propia capacidad comparada con cualquier empresa suele ser una buena definición de la exigüidad, pero la buena definición que tenemos aquí lo es de la medida cero.
En alguna página del libro de harina se cuenta una parte de la historia del hombre que volvió un día a la misma página del libro de harina. Hay quien afirma que hay páginas del libro de harina que son reproducciones facsimilares de las páginas del libro de arena y que las ha visto en los dos sitios.
Obviamente, al libro de harina no le están prohibidas las falsedades. El libro de harina es, lo tengo claro, sólo el intento de que tampoco le estén prohibidas al universo. Pero eso, como decía Kiplingo, es harina de otro costal.

martes, junio 06, 2006

Calor

La primavera se convierte en una trampa que nos descabala. El tiempo de las cerezas arde con un entusiasmo que habla de la fugitiva frescura de la madrugada, o de los años que recordamos tan placenteros y tan desordenados. A ratos, la suave memoria se muestra inefectiva con las angustias o los temores pasados: es el opio del presente. Aquel tiempo pasado que falsamente revivimos en la imagen de la más dulce de las noches, con el ruido del agua como un ruiseñor rotundo y primordial.
Pero dependemos del grosor de los muros de nuestra casa y de una sabia política de ventilación. Esperemos que el frescor nos permita recobrar ya, avanzadas las horas pequeñas de la noche, algo más que una imagen sesgada y su irremediable negativo. Tendremos más; aspiraremos al arquetipo artesano del emparrado y el vino a la caída de la tarde, ignorando a filomela y disfrutando del grillo que se agazapa entre la verdura que apenas aguanta ya su verdor, sabremos de la otra y de la misma tarde entre ribazos o chopos que desembocan en un reunión rústica y tan eterna como las estrellas que van apareciendo: Allí Arturo, arriba Vega, luego el Águila y el Cisne, todo un bestiario que recorremos en un intermedio de ensaladas sobre la mesa: aquí el salero, en el centro el chorizo y el cuchillo, ¿dónde está la tetera de Sagitario?
Pero todo eso será cuando pase el calor, que es otro arquetipo, cuando las cigüeñas descansen columnarias, también por contribuir al arquetipo que emana de las torres y de los ascensores, que descansan sólo por insistir en la scala naturae y sus peldaños jalonados de arquetipos. Cuando pase el calor, que es un arquetipo ardiente. Los arquetipos que, como es sabido, nos tocan más allá, mucho más allá, del tiempo y sus retornos infatigables, nos acaban tocando los cojones.

lunes, junio 05, 2006

General, particular, todo, cacho

El arte al igual que casi todo lo demás avanza a lomos de una confusión, o de una identificación genial pero problemática: el arte aplasta la oposición entre general y particular de tal manera que se nos da a través de la relación entre todos y partes atributivos. Si se suma a ello las peculiares relaciones entre estos todos y estas partes (las histéresis de la operación que junta las partes, se presume, para obtener el todo) ya casi hemos completado una filosofía del arte.
Vamos a poner un ejemplo muy sencillo. El retrato de un filósofo de ojos azules y cabellera leonina. ¿Es la filosofía, el idealismo trascendental o un personaje de alguna opereta si entramos en consideraciones acerca de su atuendo? El asunto es que el retrato en cuestión nos puede interesar por pintoresco, por nuestra curiosidad o por su significado relativo a vaya a saber uno qué objeto de nuestro interés. O puede ser arte. La prueba del arte es pura sintaxis lógica: las disyunciones implícita y explícita de la interrogación anterior no son ya disyunciones, no lo son exclusivas desde luego, o son ya “yes” copulativos. Ahora, pensándolo, esto también pasa si no es arte. O sea, que con el arte, a lo bestia.
(Para una teoría de la imitación. Tercer apunte)

domingo, junio 04, 2006

Estatutaria teodicea

El derecho constitucional en su versión fraccionaria, su querencia por Leibniz: "el mejor estatuto de los posibles". Algo garantizado por el Dios Relación de fuerzas, o por algún otro dios realista y hegeliano, del Hegel de más o menos COU.
La idea de lo posible oscilando entre el poder de unos sujetos y el poder existir en el mundo: "Hemos hecho todo lo que hemos podido" frente a "hemos hecho todo lo que se podía hacer". Ventajas de asignar las posibilidades y los límites al universo. Dios, por su lado, ha elegido hace mucho. Los principes y sus braquistócronas políticas. Saben qué son las cosas y tienen convencidos a sus subditos.
El despliegue de un pensamiento que ve la historia, que ve la realidad, como una esencia sombreada que pugna por volver a sí misma, en un big crunch promisorio. Son tan listos y tan económicos que cada día que pasa ganan más adeptos. Y yo sin saber quién soy, ni de dónde vengo, ni por dónde voy.

sábado, junio 03, 2006

La balada de los colgados

Proemio

Es tiempo de volver pero tranquilos
a los años de juventud perdidos,
la hora suena de conseguir la calma
que da el retrato sin pasión velado
a días de tierra, humo, sombra y nada,
el toque de color justo, sin brillo
y tampoco luto, que nos requiere
la ocasión. Cosa poca, tal si hubiera
una mirada neutra y verdadera,
a riesgo de dar otra vez por buenos
los años ociosos, los días negros
las manos vacías que nada dieron.

Yo fui a dar, perdonadme, entre las filas
de los que más bien ser mudos testigos
preferían, todo ello sin perjuicio
de algún que otro estimable revolcón
de día laborable o de vaquilla.
Tampoco negaré que la memoria
Teñirse suele de ingrediente ajeno
tan sesgado, desde luego, e inexacto
como lo es un recuerdo que inventado,
la fábula que vence la memoria:
mayor verdad se quiere que los hechos
del pasado la fábula rosada.

A veces yo dejaba que los días
me hablarán de un futuro del que sólo
yo me diera promesa enfebrecida.
O hacía que los días sólo fueran
la sucesión de tascas y lecturas
que el vino interrumpía de las frascas.
Huir de todo para sólo huir de mí,
los espejos no mirar, no mirarme
aunque viera mi cara todo el mundo.
Mas nunca quitaría la razón
a quien diga que, a medias enterado,
si huía, huía sólo del trabajo.

Subrayado e insistencia nos delatan
el oro que atesoran las mentiras,
astutas falsedades con prestigio;
pues extiende el discurso la memoria,
el discurso nos hace recordar
falsedades capaces como puños,
fantasías que suplan el olvido
y nos digan: “muchacho, tú has vivido,
no lo dudes, ya fuera para mal.”
Te quedarás mejor con la verdad
De años vacíos, tiempo ya perdido
Y ociosa madurez socialdemócrata.

viernes, junio 02, 2006

Mind your brain

El superlativo prestigio de la mente, inmaculable prestigio de algo que más bien no existe. Javier Sampedro transcribe unas palabras del "principal autor del trabajo que se presenta hoy en la revista Science, Ofer Bar-Yosef, de la Universidad de Harvard", palabras referidas al descubrimiento, parece, de la evidencia más antigua de actividad agrícola (u hortofrutícola, o de aprovechamiento de ribazos, cabría sugerir). "Este giro a un estilo de vida sedentario y basado en el cultivo rompió con más de dos millones de años de historia como recolectores y cazadores". Sampedro, suponemos que con la precisión habitual, habla de muchas mutaciones sufridas por el fruto de la higuera y por la higuera misma, pero abre el cuerpo principal de su artículo con las palabras aludidas de Bar-Yosef, párrafo aparte para repetir la cita anterior, palabras que Sampedro entrecomilla:
Este giro a un estilo de vida sedentario y basado en el cultivo rompió con más de dos millones de años de historia como recolectores y cazadores.
Lo que sigue a las palabras que nos han llamado la atención, hýsteron prôteron, también entre comillas:
Hace 11.000 años hubo un giro crucial en la mente humana, de explotar la Tierra como es a modificarla activamente para satisfacer sus necesidades.
La Tierra, la tierra no tiene ya fronteras. El planeta gira, giran los estilos de vida, a Noé la cabeza le daba vueltas y la mente también gira. Si la res cogitans gira, estamos perdidos.
En fin, aquí nosotros metiéndonos con el arqueólogo Bar-Yosef, como ayer con Richard Dawkins, y Jodorowki en la televisión pública, monserguizante. Panta diarrei.

jueves, junio 01, 2006

Para una apología de Platón

Se afea en Espada (firma o comunicación de Fernando Peregrín) la errática y errónea referencia que hace Estefanía de Dawkins. La esencia del artículo de éste puede hurtársele al lector y no sabemos si al autor: La verdad argumentada y probada se confía al cine o al video cada vez más, o con ellos se simula.
La visita a la estantería fringe de la sección de DVDs de una gran superficie nos proporciona sobradas muestras: además de escribir tantos libros sobre lo que sea, o sobre hipótesis aberrantes, prodúzcase una película, documental o no.
Ciertamente, no faltará quien denuncie los peligros retóricos de la imagen en movimiento y llevamos ya buen número de apocalipsis para que nos suene a nuevo. También es verdad que material impreso y videográfico se realimentan de forma notable en bucles que abarcan cine, televisión DVD, revistas, libros y juegos, y nos dejamos fuera algún género que otro.
Aplaudiríamos a los apocalípticos absolutos: tanto peligro viene de la pantalla como de la página impresa, tanto peligro o tanta tontería. En general, la insistencia en la retórica lleva a olvidar que la verdad puede ser acompañada de una retórica sospechosa y que la retórica sospechosa acompaña a falsedades que se presentan como revelaciones. Quien acepta un argumento infundado desconfía de las verdades construidas por la ciencia, por la ciencia que ignora. Eso se refiere al seguidor de Iker Jiménez, pero no deberíamos olvidarnos del mismo Dawkins, que se deja arrastrar por la retórica hasta arruinar toda la lógica material de la ciencia de la que supuestamente se ocupa al escribir sus libros populares. Cuánto peligro en los documentales y cuánto en los documentales en que un científico hace de científico, o en los libros en que hace de poeta en el peor sentido. El a estas alturas grosero patinaje entre ciencia e ideología barata: la del darwinismo social y la de la metafísica de la Gran Bretaña (tan burdamente disfrazada siempre de lo contrario), y tantas otras.