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domingo, junio 18, 2006

El mundo al día

Nunca tomamos un café en El mundo al día. Ni un café ni una cerveza, pero debemos elogiar el lema: el mundo al día y cambiando siempre, celoso de nuevos problemas y retos.
En cambio, no elogiaremos el mundo sin problema, que es un deseo absurdo, pero tan engañoso. ¿Qué puede ser una institución sin problemas, el cielo de Fukuyama o el comienzo de la historia humana, sino una nostalgia del hastío o la sublimación de una fatiga culpable?
La batalla es el emblema de lo humano y de la única dignidad que puede aplastar los reclamos pueriles del espejismo que se da en llamar felicidad y que nos suele engañar de cualquier modo. Esta tarde nos está negando la dulzura de la tormenta y nos impone la tregua de nuestro bochorno. La escritura y su taumaturgia coinciden con la llegada de la lluvia, aunque el agua suena sospechosamente pasajera, pero no teclearé como una paloma supersticiosa. Que se fortalezca, que arrecie como el cierzo que cubre las sierras azules desde mi ventana.
Aunque, claro, hay ratos en que preferimos que nos dejen en paz, o sea, que nos dejen elegir la batalla de esa tarde.

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