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sábado, junio 03, 2006

La balada de los colgados

Proemio

Es tiempo de volver pero tranquilos
a los años de juventud perdidos,
la hora suena de conseguir la calma
que da el retrato sin pasión velado
a días de tierra, humo, sombra y nada,
el toque de color justo, sin brillo
y tampoco luto, que nos requiere
la ocasión. Cosa poca, tal si hubiera
una mirada neutra y verdadera,
a riesgo de dar otra vez por buenos
los años ociosos, los días negros
las manos vacías que nada dieron.

Yo fui a dar, perdonadme, entre las filas
de los que más bien ser mudos testigos
preferían, todo ello sin perjuicio
de algún que otro estimable revolcón
de día laborable o de vaquilla.
Tampoco negaré que la memoria
Teñirse suele de ingrediente ajeno
tan sesgado, desde luego, e inexacto
como lo es un recuerdo que inventado,
la fábula que vence la memoria:
mayor verdad se quiere que los hechos
del pasado la fábula rosada.

A veces yo dejaba que los días
me hablarán de un futuro del que sólo
yo me diera promesa enfebrecida.
O hacía que los días sólo fueran
la sucesión de tascas y lecturas
que el vino interrumpía de las frascas.
Huir de todo para sólo huir de mí,
los espejos no mirar, no mirarme
aunque viera mi cara todo el mundo.
Mas nunca quitaría la razón
a quien diga que, a medias enterado,
si huía, huía sólo del trabajo.

Subrayado e insistencia nos delatan
el oro que atesoran las mentiras,
astutas falsedades con prestigio;
pues extiende el discurso la memoria,
el discurso nos hace recordar
falsedades capaces como puños,
fantasías que suplan el olvido
y nos digan: “muchacho, tú has vivido,
no lo dudes, ya fuera para mal.”
Te quedarás mejor con la verdad
De años vacíos, tiempo ya perdido
Y ociosa madurez socialdemócrata.

2 comentarios:

marideliwes dijo...

eso serás tu :-)

pdro dijo...

A ratos suena delicadamente delicioso. Me gusta tu poética arteria.

La transpolítica.