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sábado, junio 10, 2006

Moto

Las motos acuáticas agregan los misterios de la sentina y una evidencia que quizá convenga repetir: hay aficiones que giran en torno a los preparativos, a la puesta a punto, al bruñido, al almacenaje y transporte. Algo de competición y un extenso prólogo de movimientos que al profano, al profano poco aficionado a esas rutinas, le resultan tan incomprensibles que tiende a pensar más bien en un ceremonial que en una necesidad técnica.
¿Verdaderamente algunos mortales son refractarios a la preparación, al acondicionamiento, a la necesidad de los cuidados que han de preceder a la culminación? ¿Aquí te pillo, aquí te mato, o todo el mundo tiene su propio reino donde goza del ceremonial exacto de la preparación redundante o indispensable?
Por si acaso, podemos sospechar que alguna clase de humanos se pasa la vida preparando la propia vida, la cual –como se sabe- va en serio, lo que no es poca broma. Se trataría de la clase de más arduos preparadores y puestaapuntistas, una secta que deja en nada a los moteros y sus partidos de cricket desde el alba: aprieto un tornillo y me paro a conversar, lo suelto, doy una vuelta, considero. El arte de vivir, que desde el paleolítico fue tan moderno y tan sospechoso, una afición que tuvo sus poetas, “cuando vayas a emprender el viaje…”, quito, pongo una coma, abro otra ventana, el blog está gripado. Hay que volver a empezar, pero despacio, como si nada. La vida ni está, ni se la espera.

P.S.: Simétricamente, se han de cumplimentar las sigilosas y crepusculares tareas de la recogida. En nuestro paso al límite, novísimos, o melancólicos otoños donde nada se reencuentra.

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