Vistas de página en total

lunes, agosto 21, 2006

Happy happy happy

Hay momentos en que la confesión de las propias andanzas no hace daño: He hecho durante este mes unos dos mil kilómetros en un coche alquilado. Buena parte de ellos escuchando un CD de Andy Williams. Y una parte de éstos, bajo los efectos del corte, como se decía antes en esa convergencia terminológica de la sastrería, la carnicería, el vinilo y la heladería, de I know Bilbao, la versión que firmó Johnny Mercer (creo, creo que fue él) del exito de Brecht y Weill, y que formaba parte de Happy End, su musical, o de ellos y de Hauptmann. Mercer y Williams se concentran en una parte del texto brechtiano. Transcribo más o menos los versos:

That old Bilbao moon
I won't forget it soon
That old Bilbao moon
Just like a big balloon
That old Bilbao moon
Would rise above the dune
While Tony's Beach Saloon
Rocked with an old time tune
We would sing a song the whole night long and I can still recall
Those were the greatest
Those were the greatest
Those were the greatest nights of them all.
No paint was on the door
The grass grew through the floor
Of Tony's Two By Four
On the Bilbao shore
But there were friends galore
And there was beer to pour
And moonlight on the shore
That old Bilbao shore.
We would sing a song the whole night long and I can still recall
Those were the greatest
Those were the greatest
Those were the greatest nights of them all.

Desde luego, aunque Williams a partir de aquí repite el principio, el texto original de los alemanes es bastante más copioso, pero a mí me gusta también imaginar a los amigos en Tony's txoko comiendo chuletones o alacranes en su tinta (según la novela de Juan Bas).
Al parecer, a algunos vascos les encanta esta atención diríase que un tanto aleatoria de Brecht y Weill, lo que es perfectamente natural o cultural, no lo sé muy bien. Así, Josemari y Zuriñe Vélez de Mendizábal recogen el texto de Brecht, una versión que grabó Marianne Faithfull -también copiosa y más fiel al original al menos cuantitativamente-, y otras en francés y español. También se puede encontrar el texto alemán en un lugar web ciertamente centrípeto. Sin embargo, las líneas iniciales de Brecht son injustas, quizá tan sólo desajustadas:

Bills Ballhaus in Bilbao
War das Schönste auf dem ganzen Kontinent.

¿Qué es eso de limitarse a un continente, si existe el mundo entero y más que mundial? De ello bien se percata el genial dramaturgo y en su poema pasa a hablar (con ello se quedó Mercer, y con el club) de la Bilbaomond. Tras incluir la comparación pertinente a modo de eficaz motivo, con ella hace concluir su canción en un rasgo de justicia no sabemos si poética o a secas:

Es war das Schönste
Es war das Schönste
Auf der Welt.

Diré que a mí la ilustre villa siempre me ha parecido mejor reflejada o satelizada en Blue Moon, la canción que Rodgers y Hart obviamente compusieron con una tecla puesta en las cada vez más frecuentes apariciones marianas all over the world. Por otro lado, el gran Johnny Mercer ("our Huckleberry friend"), que creo que fue él, nos hace pensar en Savannah y, así se las ponían al séptimo Fernando, en Midnight in the Garden of Good and Evil, la novela de Berendt, la película de Clint Eastwood (Old Southern Passion). O sea que a varios miles de millas, si no el Mississippi, al menos crucé el Savannah River como el que cruza la ría y me hice un ancho. Mientras no suba la marea.

No hay comentarios: