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sábado, agosto 19, 2006

Manzano, pu ine jorismós

Madrid. Centro Conde Duque. Tres exposiciones (¿o dos? ¿o una?) sobre las matemáticas. Por un lado, las matemáticas andan justificándose. ¿Es necesario? Por otro, se apunta a la creatividad donde no está. No está y no parece que se la deba esperar en los grabados o diseños se dice que fractales que se exponen y el catálogo comenta: cada artista con su paleta rica en ocres o en algoritmos de tal tipo o en gastones o en benoîts. Más bien estará, nos decimos, en la actividad misma de los matemáticos y del que resuelve por cienmilmillonésima vez desde el Achelense un problema o problemilla cuando no sabía cómo hacerlo diez minutos antes. Y ahí también está la estética, la belleza y todas esas cosas.
La deriva visual de lo estético es un grave problema: Su correlato es del los cientos que no llenan las aulas de física y matemáticas.
Además, cuando se da una sobreabundancia de justificaciones (las matemáticas están allí y allá; sirven para esto y para lo otro) la retórica y el edificio todo del discurso se resienten. Si en la sala de al lado la belleza resulta ser, y con raras excepciones, de género posthippy y lleva adheridas ciertas sinestesias que viran hacia los perfumes orientales, nos comenzaremos a despegar, a sentirnos despegados, de esta yuxtaposición dudosa de lo bello y lo útil, de lo dudosamente bello, de lo indudablemente útil mas qué importa: conteste el visitante y diga a qué sala han acudido creatividad y belleza. (No es el patio de armas)

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