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viernes, octubre 06, 2006

Amarcord

José Andrés Rojo, nada menos, cierra en El País su artículo sobre la exposición que se dedica en el Centro Conde Duque de Madrid a "La energía tranquila de Juan Negrín", y tras recordar el olvido a que PSOE y Ferraz (arma virumque) habían condenado al médico canario, con las siguientes palabras:

También en la casa de los actuales gobernantes es buena la recuperación de la memoria histórica.

Pero J.A. Rojo, buen conocedor del asunto y digno reseñador de la exposición que se acoge a la autoridad de Ricardo Miralles, había avisado previamente a los lectores de las diferencias dentro del PSOE durante la guerra, de cómo el partido fue sustrayendo su apoyo al gobierno Negrín y de la soledad política de éste en el exilio. Luego, si no podemos sino felicitarnos de la consideración del propio pasado por parte de un partido como el PSOE, o por parte de cualquiera, y por justificadísima sinécdoque, diríamos que se trata del pasado de todos nosotros, etc., cuesta en cambio trabajo pensar que tal cosa sea algo que deba anotarse en el haber de la llamada memoria histórica. Más bien, si Ferraz se vuelve hacia Negrín, estará también criticando parte de su propia actuación y. hasta de su propia y pluralísima memoria -una cantidad cercana a lo despreciable, salvo otra vez por denominación oblicua-, o parte y partido de la percepción de caballeristas, prietistas, etc.
No negamos que, para decirlo ligeramente a la violeta, se nos esté hablando de una reevaluación de la historia del PSOE, tarea que el PSOE afrontaría entre los aplausos de casi todos, de una reevaluación de sus principales figuras, de lo que éstas representaban, de lo que continúa, de lo que es distinto y de dónde ha venido estando cada uno. Mas entonces, ¿por qué hablar de memoria histórica? ¿La del bilbaíno, la del fisiólogo, la del estuquista? Escribir críticamente historia es lo contrario de recuperar la memoria histórica, que si es algo recuperable sólo puede ser el sesgo folklorizado con que algunos juzgaban lo que podían ver. Y si no es recuperable, será una invención digna de Elena o digna de Constantino. O de sus abrumadores y numerosísimos secuaces.

1 comentario:

pdro dijo...

¡¡¡Vogliooo una donnaaa!!!