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martes, diciembre 26, 2006

Recontracaos

El vecino y el visitante de esta Villa y Corte puede escuchar a Mauricio Escher en una película incluida en una invernal exposición en la Plaza de Castilla. Se extiende a propósito de una litografía conocida (y de toda una serie) en la que a un dodecaedro estrellado con aureola esférica le acompaña otra aureola de fragmentos varios y menos prestigiosos. El grabador cuenta que tomó sus modelos de la basura y cuenta que le llevó mucho trabajo seleccionarlos y disponerlos para representar el caos junto al orden que representaba, o que era, el poliedro. Decía también el ilustre planiseccionador o paraproyectista que el caos se representaba mejor con partes formales (i.e. que aún dejaban ver el objeto del que eran un resto) que con partes materiales (polvo, sombra). En cualquier caso, remarcaba la dificultad de esa representación.



Hoy no estamos para teorizar, pero el caos del que habla Escher es un caos con historia y tiempo y, aunque padece la marca de la irreversibilidad, podría relatarse el origen ordenado de todo aquello. Además, como siempre, el caos efectivo está a medio camino entre el máximo orden y el máximo desorden. Requiere, eso sí, de una conciencia que se lamente, esto es, que recomponga las totalidades perdidas en una suerte de representación que connote también música de violines. Como el Escher alpinista ocasional y el difícil escorzo de sus pies, el plano de la placa fotográfica y el espacio de sus articulaciones. El plano teselado se ve desde un point of vantage. El espacio proyectado desde la conciencia que se mueve entre lo global y lo local. Las transformaciones del espacio son como quitarse la camisa. Lo que no debe hacerse en público y menos en invierno.

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