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domingo, diciembre 24, 2006

Va, pensiero

Sumar, multiplicar. Una calculadora mecánica (y una electrónica, un programa de ordenador) guardan una estricta analogía y homología con las operaciones abstractas. En los engranajes y sus movimientos están la propiedad commutativa, la asociativa, la monotonía incluso de la lluvia tras los cristales.
Nosotros sabemos la tabla de multiplicar de memoria. Pero en esas operaciones nuestras no hay isomorfismo. Allí dentro del cráneo, somewhere over the rainbow, vaya uno a saber qué música o que icono nos mueve a concluir que siete por ocho son cincuenta y seis. Lo que sabemos de memoria es una libertad y es un caos. Semilla de maldad. Un algoritmo al sol de invierno, como la Plaza Mayor de Madrid tal día como hoy. Dudosas mercancías, monedas antiguas, musgo ofrecido a la vista de todo el mundo, indiferentes todos a Felipe III, a su caballo y a los héroes del siete de julio de 1822. Yo sumo y resto con la gente que pasa, argumentum adversus gentiles.

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