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domingo, julio 08, 2007

Mareo

- Voy a vomitar.
El automóvil descubre la verdad de nuestro cuerpo: el cerebro y el estómago siempre trabajan juntos. Otra cosa es que el trabajo sea provechoso.
Como la bolsa de plástico está preparada, su posesión tranquiliza a quien teme no poder resistir más. Curioso efecto benéfico que actúa en los lugares donde habita la angustia. Lo cierto es que hemos pasado ya casi todas las curvas. Quedan dos o tres y cuesta arriba, que no es lo mismo.
El conductor no sabe qué ha pasado en el asiento de atrás:
-¿Has vomitado?
- No.
Se ofrecen algunas felicitaciones a la espera de que la edad cure este mal que tantas preocupaciones causa al afectado y que tan duraderas consecuencias tiene para la tapicería. El conductor por un momento imagina que todos los coches son de nuevo Simcas 1000 o Seats 850 y que el calor ha revenido el skay o lo que fuera aquello. A continuación, el conductor piensa en otras intervenciones de su padre y en los misteriosos bocadillos de antes de la guerra.

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