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lunes, noviembre 05, 2007

Autobús noche

Tomo un autobús urbano a las nueve de la noche. Somos al principio sólo tres y el conductor. Se trata de una película cuyo montaje final es responsabilidad del cansancio que arrastro a esa hora y de que me he sentado al fondo. La ciudad, que se prepara para el invierno, nos facilita los decorados adecuados para la secuencia, pautada por las paradas previstas y por la fuerza centrífuga de las rotondas.
Parada solicitada, solicitación de una parada. Cambiamos del cine al noticiero o noticiario, señal de que se ha acabado esta película y, dadas las horas que son, en lugar de otra sesión otoñal en este cine de provincias, es posible que aparezca la señora del menforsán para la la adecuada sedimentación de los olores que prosiguen su viaje eterno y circular en el autobús. No lo sabré porque era mi parada y me toca apearme. Para el otro viaje, no menos circular, no menos eterno.

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