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lunes, noviembre 26, 2007

Petición de principio

En un artículo de opinión publicado en El País de hoy Enrique Gil Calvo ofrece consideraciones del siguiente tenor:

Todo depende [lo que suceda en las próximas elecciones generales] del humor de los catalanes, que en este momento no es optimista ni entusiasta, precisamente. El president Montilla ha bautizado ese humor hace poco con la etiqueta de "desapego", pero podrían ponerse otras: desafecto, desencaje, renuencia, reticencia..., todo ello con respecto a España, naturalmente, a la que se culpa como única responsable del actual malestar catalán. Y razones para ello no faltan, desde luego. Ya he repasado antes el rosario de quejas victimistas, hoy agudizadas por la debacle ferroviaria personificada en la figura de la ministra de Fomento contra la que el Parlament catalán acaba de aprobar su reprobación formal. Pero en la lista de agravios comparativos hay más pruebas de cargo: catalanofobia, déficit de inversiones en infraestructuras, ocultación de las balanzas tributarias, el llamado expolio fiscal... Pues bien, es verdad, reconozcámoslo: el malestar catalán se debe al maltrato o la desatención de los españoles.

Gil Calvo señala en este momento preciso de su escrito que de tal malestar la indicada "no es su única causa, pues aún hay otra, que me [a EGC] parece más significativa."
Sin perjuicio de lo atinado de los diagnósticos del sociólogo -y al artículo debe recurrir el lector interesado para saber de la otra causa y alguna cosa más- lo esencial de todo el asunto es que las causas que señala, aquéllas en que se despliega "el maltrato o la desatención de los españoles", presuponen todas que Cataluña es entidad del mismo género que España, y que por ello pueden legítimamente definirse balanzas fiscales y similares constructos ideológicos o contables. Así, la tesis esencial está dada de antemano, ya se avise de desapego o se celebre amor incontinente: los papeles están repartidos o, mejor, los actores ya están nombrados.
Aunque podría entenderse también que una parte quizá mayor que la proporcional o alícuota del "maltrato o la desatención de los españoles" hacia Cataluña y los catalanes sea propinada, infligida o percutida precisamente por los catalanes mismos, por sus mandatarios y sus instituciones, que, a estos efectos, quedarían incluidos bajo la siempre molesta rúbrica de "españoles".

1 comentario:

FPC dijo...

Bien vista esa equivalencia espuria que habría que denunciar. Y también hay otra cosa que me llama la atención: debe haber, seguro, un nombre para esa operación mental según la cual, ante un problema complejísimo, se encuentra una única razón, una sola razón que lo origina. Y son siempre "los otros".
Saludos.