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viernes, mayo 09, 2008

No para el lector picajoso

Alfredo Pastor escribe una introducción popular a la economía a la que titula La ciencia humilde. Economía para ciudadanos (Crítica, 2008). Nos anuncia, pues, que no es la ciencia lúgubre de Carlyle, quien no ahorró otros adjetivos aún peores que 'dismal' para la misma. Es curioso, sin embargo, leer las palabras con las que Pastor inicia su obra:

Este libro empezó por llamarse "El buen vasallo", por aquel verso del Poema de Mío Cid:

¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!

enténdiendose que el vasallo es la economía, y el señor, el ciudadano; pero se eligió otro título, con buen criterio, por no correr el riesgo de que el lector creyera que el vasallo era él; el cambio, no obstante, no altera el enfoque original del libro, que es mostrar cómo la economía está al sevicio del ciudadano, y no al revés.

Pastor no parece completar la analogía que propone al picajoso lector: la economía es buena, pero la bondad del ciudadano se expresa en el modo Subjuntivo. En cualquier caso, mejor aprovechar la ocasión para corregir, desde el mismo título, a Carlyle, quien, tal vez, hubiese preferido el siglo XI (y ello pese a las añagazas prestatarias del infanzón burgalés) al suyo.

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