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lunes, mayo 31, 2010

Camellos

Al parecer, a quienes sólo son adictos potenciales las sustancias estupefacientes les son proporcionadas a precios bajísimos o regaladas, al tiempo que el vendedor canta las maravillas de su producto y lo extraordinaria que es la vida de sus consumidores.
Más tarde –dice el relato sobre este mercado–, una vez cautivos los clientes en su adicción, se suben los precios, se aparenta o se subraya la escasez de la mercancía, y se ponen en marcha todos los mecanismos oportunos para incrementar el beneficio o para compensar las dificultades que el camello detallista pueda tener con sus proveedores o con los que ponen trabas a su libre comercio.
La ventaja de relatos como éste es que su verdad es independiente de la mercancía: sucede también con esa droga que se llama tiempo, que ésa es la mercancía que venden los banqueros.

3 comentarios:

Javier de la Iglesia dijo...

Pedro, buen amigo,
un abrazo desde el centro éste que también fuera el tuyo en alguna zona espaciotemporal (lugar: sala de expulsados; ¡cómo suena, ¿verdad? Pues, sí, desde ahí).
Javi

George Fournier dijo...

Y yo perdiéndolo...

marideliwes dijo...

Venga, que ya llega verano. ¿Escribirás este año?. Vuelvo a leer tus entradas y son bien inmortales :-)